La respiración es vital. Por suerte es independiente de nuestra voluntad, si no, hace tiempo que muchos de nosotros estaríamos muertos.
Desgraciadamente no sabemos respirar. Llenamos nuestros pulmones sólo hasta un 70 % de su capacidad. Respirar bien es inhalar el máximo de oxígeno, exhalar el óxido de carbono y purificar la sangre. Los ejercicios respiratorios de yoga son particularmente eficaces para desarrollar al máximo la capacidad pulmonar y adquirir buenos hábitos.
La respiración yóguica puede efectuarse acostado, sentado o de pie. He aquí una buena manera de familiarizarnos. Si mantenemos el ritmo respiratorio, alargamos el ritmo de vida. Recordad que la nariz está hecha para respirar salvo en raras ocasiones.
Respiraciones yóguicas:
Respiración de diafragma: pon las manos sobre el abdomen y expira. Cuando inspires déjalo subido.
Respiración torácica: manos a cada lado del tórax, la caja torácica se abre a la inspiración y se cierra a la expiración.
Respiración para las clavículas: Hay que colocar la respiración lo más cerca de las clavículas que se pueda. Abre ampliamente la tráquea, aprovecha para ventilar a fondo los vértices de los pulmones. Separa bien las costillas mientras levantas las clavículas. La respiración abdominal está reducida, lo que está previsto y querido.
Vamos también a aprender la relajación relámpago de pulmones (pulmones vacíos, pulmones llenos): acostándote de espaldas, dejando que todos los músculos del cuerpo se transformen en una masa inconsciente, después expirar hondamente.
Esta respiración te obligará a educar a tus pulmones. Al principio te costará aprender estas respiraciones. Pero más tarde podrás hacerlo en cualquier momento. A veces es además un medio excelente para frenarse. Dos o tres minutos de respiración rompen la fatiga, la angustia que puedas tener.
El hecho de nutrirse de nuevo puede acarrear a ciertas personas una sensación de cansancio real o psíquico.
Real, pues se necesita un entrenamiento para saber equilibrar bien vitaminas y sales minerales. La eliminación de ciertas categorías de alimentos puede provocar unas carencias muy ligeras. Psíquica, porque la pérdida de peso, a pesar de la buena voluntad, no es espectacular.
Sea cual sea la causa se trata de un cansancio pasajero. Todas las veces será bueno hablarlo con el médico, ya que se ha probado que se adelgaza menos rápido cuando se está cansado.
El médico entonces te recetará vitaminas y sales minerales (magnesio, calcio, fósforo, potasio...) pequeñas dosis, para que te encuentres bien de nuevo.
Por otro lado, si se trata de personas ansiosas, nerviosas, a veces el médico juzga necesario la prescripción de suaves calmantes, sedantes muy ligeros, pero eres tú quien debe decidir si los necesitas.
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